martes, 20 de febrero de 2018

Las víctimas (I)

A nosotros se nos podía aplicar aquello tan conocido, aunque reciclado para el caso que nos ocupa,  de "no están todos los que son pero SÍ son todos los que están". Por que sí, efectivamente los que pasaron por la consulta de la insigne eminencia fueron cientos, de verdad, sin exagerar, cientos y cientos, incluso me atrevería a decir que miles, sino cómo se puede disfrutar del tren de vida que llevó todos aquellos años (y que sigue llevando) ... cómo si no se puede amasar una fortuna estimada en unos seis millones de euros a fecha de su primera detención ... pues así, con cientos y cientos de incautos que fuimos a parar a sus Clínicas movidos por muy diferentes circunstancias, de las cuales llegado el momento también hablaré.
Claro que entonces es natural que surja la pregunta de por qué que si éramos tantos sólo acabamos denunciando (entre Vinaróz y Ferrol) unas ciento cincuenta personas. Los que vivimos las primeras semanas de sus detenciones conocemos esos motivos a la perfección:

  • el temor a meterse en líos judiciales cuando estimaban que el daño no era tan importante como para denunciarle;
  • el temor al qué dirán de nosotros cuando se sepa que yo iba allí;
  • y algunas llamaditas "disuasorias" como las que yo misma recibí y que fueron objeto de proceso judicial.
Sobre el temor a no entrar en líos judiciales, mi respuesta siempre fue la misma cuando alguien llamaba para interesarse: "aunque hayas tenido la fortuna de que no te ocasionase ninguna lesión, e independientemente de las consecuencias que para tu salud puedan derivarse de los tratamientos (desconocidas entonces pero que ahora ya empezamos a deducir), algo es innegable, te ha estafado sosteniendo ser quien realmente no es"
Aún así, mucha, mucha gente decidió dar un paso atrás, a algunos les agradezco el que por lo menos nos desearan suerte y nos brindaran información y apoyo moral. Pero para otros, para otros el peso del que dirán fue determinante a la hora de inhibirse; y es que ser un conocido político (a todos los niveles), restaurador, hostelero, deportista, doctora (sí, doctora), farmacéutica de pueblo, familiar de magistrado, intelectual de renombre, etc. supone poner tu sensatez, seriedad, prestigio ... en suma tu reputación en entredicho, y ello sin importar ni mucho ni poco el que con tu actitud de alguna manera encubrías a un presunto delincuente. Aquí lo importante no era el daño que me había hecho sino evitar que lo volviera a hacer ... algunos nos comprometimos con ello y es verdad que no está siendo un camino fácil, pero al menos nunca, JAMÁS, nos sentiremos sus cómplices. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario