miércoles, 13 de abril de 2011

Las cabinas de tratamiento.

Hace tiempo, en un desagradable y doloroso esfuerzo de memoria, había descrito en este blog una parte de la Clínica de Ferrol, más concretamente la Sala de Espera, el despacho y la entrada de la parte derecha, pues más tarde vendría la "ampliación" hacia el piso de la izquierda, más moderna y que también tendrá su espacio en este blog.
Hoy toca retomar la descripción y es el turno de las cabinas, aquellas tres cabinas a las que se accedía una vez traspasado el umbral de la puerta de un largo pasillo que terminaba en su despacho. Pero había otra cabina.....no puedo remediar el sentir un escalofrío al recordarla: aquella cocina transformada en pseudo-quirófano que merecerá artículo aparte.
Según entrabas en el pasillo a la izquierda estaban dos cabinas prácticamente iguales, de una sola camilla articulada, un silloncito para el acompañante y una pequeña mesa con silla donde él se sentaba a leer los informes o analíticas, o simplemente depositaba (rara vez) la medicación que te iba a poner. En ambas había un gran armario con puertas correderas de espejo, jamás ví lo que había dentro de ellos, pero por lo que parecía los utilizaba como almacenes de material. Estas dos habitaciones creo recordar que estaban pintadas en verde una y en azul otra, con las cortinas y bandós a juego. En una hubo durante mucho tiempo una lámpara de infrarrojos.
La última cabina era doble, es decir tenía dos camillas, para aquellas familias que tenían más de un miembro para tratamiento, de hecho yo la compartí con mi pareja, hasta que éste comenzó a hacer preguntas "inconvenientes e insistentes" sobre mi tratamiento, entonces nos separó. El color de aquella cabina era el ocre clarito con todo a juego, faltaría más; también tenía armario como las demás.
El común denominador de todas ellas eran las paredes empapeladas de sus títulos, eran su única decoración, ni un cuadro, ni una figura, ni un estante.....sólo títulos y más títulos.
Él iba y venía de una cabina a otra; le estoy viendo muy bien, ojalá lo pudiese olvidar. A veces venía impecablemente trajeado con su bata blanca por encima, otras aparecía enfundado en su "pijama" de quirófano, en azul, verde o granate, pero siempre tenía bordados de clínicas y Universidades extranjeras en su bolsillo superior. Entraba, te ponía tu "dosis", te manipulaba si era el caso o te ponía las agujas de acupuntura, y se iba a otra; tú tenías que esperar hasta que te dijera que te podías levantar y vestirte, supongo que quería cerciorarse de que no te diera un jamacuco por el "tratamiento"....yo de taquicardias y mareos sé un poco.
En ocasiones mientras estabas "asimilando" el tratamiento se sentaba en su silla y, arrogante como siempre, te hacía sufrir sus pésimos chistes o comenzaba su labor de investigación sobre tu vida: "¿cómo van las cosas?... ¿y el trabajo?....¿y qué tal xxxx persona?...", y al final como siempre un capítulo dedicado a su excelsa vida: "he estado cenando con..., operé el otro día con...., me ofrecieron tal puesto pero ya les dije que imposible...., ¿a qué no sabes a quién estoy tratando?..."
Ahora mismo estoy recordando cómo desde la sala me dirigía hacia la cabina, entraba, me sentaba en el silloncito y comenzaba a sacarme la ropa y la iba depositando en el propio sillón; ya en ropa interior me tumbaba en la camilla y al rato aparecía él con su colección de jeringuillas....primero en el pliegue de los brazos, en vena (de dónde te extraen la sangre para los análisis), una o dos en cada brazo según el día....después en la base del cuello, otras dos más a ambos lados.....una más en cada ingle (Dios qué dolor!)....de ahí una fila de pequeños pinchazos por ambas piernas desde arriba hacia el tobillo; entonces tocaba girarse y a por la espalda: cuatro pinchazos en la nuca y de ahí varios pinchazos seguidos por la columna hacia abajo hasta el sacro. A veces te llevabas contigo algunas tiritas por la sangre que te producían esos pinchazos.
Y ya estaba, a pagar y hasta la próxima dosis; para unos compañeros al día siguiente, para otros al cabo de tres o cuatro y para los más afortunados a la semana siguiente!
Cuando la puerta de forja verde que daba a la calle se cerraba detrás de tí no podías dejar de sentir una sensación de alivio....¿por qué coño volvíamos allí?, ¿por qué alguien no acabó con esto?,¿por qué no le cerraron la Clínica?. Cuántas preguntas y que pocas respuestas todavía.

7 comentarios:

  1. Que suave eres, querida Esther, al hablar de las
    cabinas de tratamiento. A mí siempre me parecieron
    "cabinas de tortura" y hoy tengo la certeza de
    que esa es la palabra exacta. Todos hemos estado
    en las manos de un sádico disfrazado de gran médico que dominaba todas las especialidades.
    ¡Qué dolor siento aún cuando recuerdo aquellos
    malditos pinchazos y cómo escocía aquel líquido
    que nos inyectaba!.Se quedaban los brazos dormidos, anestesiados con el dolor,sin fuerza..
    Recuerdo bien la cocina-quirófano donde me
    pinchó un juanete, así, directamente al hueso.
    ¿Sabrán los jueces cómo duele un pinchazo en un
    hueso?. Luego me dijo que tenía un tumor en la
    planta del pie, que había que tratarlo para que
    no se volviera maligno porque entonces habría que amputarme el pie. El "tumor" era una simple
    dureza que cualquier estudiante de podología sin
    título puede solucionar en una sesión.
    Lo único "maligno" era él y su maldita lengua
    muy experta en engañar a la gente.
    ¿Por qué coño volvíamos allí?.Ese es el gran
    misterio de este asunto. Hay drogas que anulan
    la voluntad de las personas (¿burundanga..?) y
    hasta la fecha nadie nos ha dicho qué cosa nos
    inyectaba. Así de bien funcionan los controles
    de Sanidad en este país.

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  2. Solo recordarlo te pones mala. A veces estabas alli acostada tanto tiempo que te parecían horas. Fue terrible.

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  3. Para mi fue lo peor,pase tanto dolor en las camillas que no puedo explicarlo,solo recordar me entra dolor,ahora me cuesta mas que nunca recordar por que he caido en una gran depresion y lo paso fatal,maldito el dia que se me cruzo delante,si me lo ponen delantee!!!....no puedo recordar,me hace daño compañeros,no me encuentro bien,ojala que ahora todos estes mejor que antes,en mi caso estoy peor que nunca,no puedo seguir,perdonadme compañeros,mucho animo,saludos a todos

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  4. Lo siento mucho Mónica que te encuentres tan mal pero ten confianza que de esto salimos y dentro de poco estarás mejor. No nos gusta recordar lo que escribe Esther pero es bueno que la gente lo lea para que sepa lo que pasamos allí pues aunque el programa de la Milá enseñó mucho de como era solo era una parte porque lo terrible es cuando ya te tenía cogida y estabas allí todas las semanas. Aunque sea duro Esther por favor no lo dejes de hacer.

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  5. ¿Se acordará de todas las burradas, secretos, cotilleos y estupideces que nos dijo en esas salas? ¿se pueden contar?

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  6. Yo tambien pasé horas y horas en esa cocina,sentadita en una esquina,donde habia una puerta que debia dar a la "terracita de la cocina",yo estaba de acompañante(con mi madre),viendo como la pinchaba en todos esos sitios que ya mencionasteis vosotros y "cosas peores",que por cierto,no le agradaba nada la idea de que yo estuviera allí,pero no le quedó mas remedio que aguantar,mi madre era una mujer con caracter,que si hoy estuviera aquí,te puedo asegurar Esther,que tendrias una luchadora nata a tu lado,y volviendo a la cocina famosa,a mi tambien,aprovechando el tiempo que pasaba allí,me contaba sus peliculas,historias,etc,etc.....,cada dia me siento mas culpable por no haberme dado cuenta del daño que nos estaba haciendo este ca....,mi madre con una neumonia de caballo y el "señor" como no tenia ni puta idea de medicina,me dijo,que no habia nada mas que hacerle,fuimos derechitas al hospital y vaya neumonia que tenia!,y él,pinchandola sabe dios para que...,pasaron 4meses y mi madre...SE FUE...,te odio Coté,llevo años luchando con una depresion,que segun los médicos me moriré con ella,TE ODIO,maldito el dia que fuimos "a tu flamante consulta"....

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  7. Cabinas, malditas cabinas. Horas y horas allí metidos. No quiero recordar el tremendo susto que nos ha metido en el cuerpo. Por suerte todo falso. Ahora bien el personaje este cuanto más negro te lo ponía más disfrutaba, más cozaba. Verdad Doctorcete Coté? De eso estoy segura. Siempre presumiendo de sus operaciones y sus tratamiento de Estados Unidos. Ya, ya, como el tratamiento de un conocido que también como no venía del extranjero y era carísimo. Dicho paciente un día estaba en una de esas malditas cabinas y como había que esperar (por cierto había veces que salías más nerviosa de lo que entrabas con tanta y tanta espera) fué a la papelera y anotó el medicamento que supuestamente venía específicamente para el. Cuando salió fué directamente a la farmacia y resulta que era un medicamento
    corriente. Ahora bien con una gran diferencia que dicho medicamento se lo cobró muchísimo más que el precio real. Pero mucho más. Pues como eso así haría con todo. Verdad Coté que tengo razón? Que mala persona eres. Peor imposible. Pero todo llegará.

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