jueves, 22 de marzo de 2018

Los medios de comunicación (I)

Supongo que a poco que se conozca nuestra historia y sobre todo la del "insigne doctor", a nadie le extrañará que los más importantes medios de comunicación de Galicia y de España enfocaran sus objetivos y sus micros hacia ella desde el mismo momento de la primera detención de este personaje el 6 de febrero del 2008.

Desde entonces hasta hoy siempre nos han acompañado con mayor o menor intensidad en función de los acontecimientos que se iban produciendo, y por eso mismo también algunos de ellos han sufrido las consecuencias judiciales de los desvaríos megalomaníacos de este individuo. Y es que de igual modo que Coté denunció a la presidenta de esta Asociación alrededor de una decena de veces, tampoco escatimó tiempo (y recursos económicos) en hacer lo propio con la prensa.
A veces tengo la sensación de que al "barrister" (no olvidemos que también presumía de tener la titulación similar a la de abogado, sólo que él por Gran Bretaña, que mola más ... aunque más nos moló a nosotros saber que era falsa) el art. 20 de nuestra Constitución sólo le gusta en parte, o sea en aquella parte que, interpretándola burdamente, le permita controlar qué, cómo y cuándo se dice algo de su "ilustre" persona.
Claro que tampoco se puede pedir peras al olmo, y menos si el olmo resulta aún por encima ser un auténtico alcornoque. 

¿Por qué digo esto? pues caramba, porque a un hombre tan "titulado", "masterizado" y "doctorado", poseedor de una relación muy directa con United Kingdom (lo que viene siendo el Reino Unido) no debería escapársele que es precisamente en Gran Bretaña donde surge la libertad de expresión que tanto admiraban y "copiaban" Voltaire y Montesquieu en sus viajes a Inglaterra.

Pero no, Coté no puede permitir que los medios de comunicación de este país informen sobres sus andanzas, y menos si es para dejarle en un pésimo papel, que a la postre es el que él mismo voluntaria y conscientemente ha querido interpretar en esta historia, y lo de interpretar no puede venir más al caso puesto que su vida "profesional" ha sido de principio a fin una auténtica farsa.

Cuando nuestra Constitución en su art.20.2 señala que "el ejercicio de estos derechos (información, expresión, etc.) no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa", Coté busca algún subterfugio legal para aplicar dicha censura, como por ejemplo interponer denuncias a diestro y siniestro apelando al apartado 4 de ese mismo artículo: "Estas libertades tienen su límite ... en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen ..." con la única finalidad de obtener "reparo público y publicado" y de paso, si puede ser, arañar unos eurillos para engrosar sus ya de por sí abultadas cuentas corrientes. Sin embargo el resultado de su cruzada no está siendo el esperado por el eminente barrister, a lo mejor porque lo suyo no es la libertad.

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