jueves, 21 de abril de 2016

La Justicia que une.

Cuando surgió la idea de organizar esta Jornada sobre el Estatuto de la Víctima más que el estudio y debate sobre el propio texto legal lo primero que nos movió fue lo que tantas personas teníamos y tenemos en común: la desesperada búsqueda de la Justicia.
Como en todos los aspectos de la vida nunca te planteas lo importante que resulta algo para tu vida hasta que lo pierdes o lo necesitas; en el caso de las personas que nos vamos a reunir este próximo sábado en A Coruña las pérdidas han sido terriblemente importantes y la necesidad que ello ha generado también lo es, alcanzar Justicia.
Sin duda, ésta será la palabra más repetida el sábado...¡¡Justicia!!
Al igual que una persona con buena salud desconoce lo que es un hospital, un duro tratamiento o una intervención quirúrgica, con lo que todo ello conlleva de espera, pruebas, citas, duros diagnósticos..., y por lo tanto lo ve con "cierta distancia", cualquier persona que no haya tenido que pisar jamás un Juzgado valorará más bien poco lo que significa una denuncia, pruebas, peritajes, informes, recursos, declaraciones, autos, espera.....espera....espera, juicio, recurso, apelación, espera...espera...
Hay un dicho gallego muy apropiado para esto "non hai doer como doerme" (no hay doler como dolerme); y es que la mayor parte de estas cosas le pasan a los demás, a mí no, o eso pensábamos muchos antes de vernos en éstas.
En estos días que he tenido la oportunidad de hablar con muchos representantes de colectivos de víctimas, y también víctimas de casos individuales, he podido constatar que esa realidad, que en muchos casos no acabamos de asumir ("¿por qué me ha tenido que pasar a mí?"), se repite en cada uno de nosotros, y aunque ya nos consideremos víctimas en el fondo esa calificación nos araña el alma y muchas veces hasta la dignidad, porque el que exijamos derechos por tal condición no quiere decir que nos guste cuando nos presentan o nos señalan como tales, y al final nos preguntamos si ese "apelativo" ya nos acompañará de por vida o si la Justicia podrá finalmente restituirnos a la cualidad de ciudadanos normales.


Pero por encima de esa denominación esta una realidad que nos mueve, una palabra que repetimos más que ninguna otra, un deseo que perseguimos sin descanso, una necesidad que nos mantiene en pie, unos derechos que reclamamos allí donde nos quieren oír, y ahora una lucha que nos une: la JUSTICIA.

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